Entrevistamos a Bernat Farrero, fundador y CEO de Itnig, un Venture Builder que ha creado desde cero unas cuantas startups de alto crecimiento que están triunfando en distintos verticales.
La sal es un término químico que hace referencia a cualquier sustancia que se produce al reaccionar un ácido con una base.
Existen multitud de sales distintas, pero la más conocida, a la que llamamos comúnmente sal, es el cloruro de sodio que se genera cuando un gas venenoso y mortífero como el cloro reacciona con un metal como es el Sodio.
Esta combinación, lejos de ser dañina para nosotros, es esencial para los seres humanos y también para muchos animales. El Cloruro de sodio es esencial para la respiración y la digestión, y el sodio es un elemento que necesitamos para transportar nutrientes y oxígeno y también para la actividad muscular.
Curiosamente, el cuerpo humano no puede fabricar sodio, así que dependemos de comer alimentos que contengan sal para poder sobrevivir.
Lo mismo le pasa a otras especies, como puedan ser las cabras, que han sido vistas escalando grandes presas para chupar parte de las sales y minerales que se encuentran en sus paredes.
Y a lo largo de nuestra historia, hemos sido sumamente conscientes de la importancia de la sal para nosotros. De hecho, Mark Kurlansky nos explica en “Salt: A World History” como la sal es un símbolo del pacto entre Dios y los antiguos hebreos, tanto en el judaísmo como en el cristianismo.
Los antiguos egipcios, griegos y romanos incluían sal en sus sacrificios y ofrendas.
Según la civilización y la agricultura se fueron esparciendo, la sal se convirtió en una de las primeras industrias y las rutas del intercambio de sal cruzaban todas las tierras conocidas.
Allá por el 550 antes de cristo, los sirvientes del rey Artajerjes I de Persia explicaban su lealtad porque eran “salados con la sal del palacio”, lo que viene a explicar que ya se estaba utilizando la sal para pagar a los trabajadores de palacio.
Y esta costumbre llegó a Roma, donde se originó la palabra “salarium”, que significaba “dinero de sal” porque era el dinero que le daban a los soldados por conquistar depósitos de sal y vigilar los caminos y vías por donde se transportaba la sal a Roma.
Durante siglos los salarios fueron realmente raros, y solo se pagaban a altos cargos de los gobiernos, en forma de alojamiento, comida y ropas.
Durante la revolución comercial a partir del 1520, y también durante la industrialización de los siglos 18 y 19, en la mayoría de los trabajos se pagaba a los empleados por hora trabajada o por unidad producida.
Pero al llegar la segunda revolución industrial todo este panorama cambió radicalmente. Se empezaron a crear grandes negocios como los ferrocarriles, electricidad, telégrafo y teléfonos, y con estas corporaciones llegaron trabajos como los trabajos administrativos y de gestión, que eran totalmente necesarios pero que eran difícilmente medibles en términos de piezas producidas.
Así pues, se empieza a imponer el concepto de salario para todos los trabajos de oficina que no paran de crecer durante todo el siglo XX gracias al nacimiento u auge de la economía de los servicios.
Durante este periodo también ha evolucionado notablemente el concepto del trabajo, pasando de ser común tener un solo trabajo para toda la vida a tener una media de 11 trabajos distintos.
Y ahora mismo seguimos inmersos en cambios muy importantes. Por un lado, estamos viviendo una transición del concepto de trabajos fijos a la economía de los freelances o trabajos por proyectos, y por otro lado nos enfrentamos a cambios estructuralmente más importantes debidos a la automatización y la robotización. Ya se están empezando a contemplar las opciones de tener un salario básico universal para que todo el mundo reciba una cantidad mínima que permita su subsistencia. O incluso que esta renta salga de impuestos que graben la actividad de los robots.
Estoy convencido de que los cambios sociales y del trabajo a los que nos enfrentaremos en próximos años, nos ayudarán a tener un mayor equilibrio y a abandonar ese sentimiento tan extendido de que “tu salario es el soborno que te dan para que te olvides tus sueños”.