Entrevistamos a Borja Iribarne, fundador de Profesor CBD, un eCommerce de productos derivados de este compuesto cannabico.
El cannabis es un género de plantas de flores perteneciente a la familia Cannabaceae. La especie más famosa es la Cannabis sativa, de la que se produce el hachís y la marihuana, y la que ha generado la común asociación del cannabis con sus efectos psicotrópicos.
Originario de Asia Central y del Sur, se conocen usos como droga psicotrópica y con otros fines desde el tercer milenio antes de cristo y ha sido utilizado en multitud de civilizaciones.
Además de sus aplicaciones recreativas, el cannabis resulta muy útil por el cáñamo: la fibra que se obtiene de la planta del Cannabis, y que ha sido usado históricamente con muchos fines. Tanto las velas que usó Cristobal Colón para llegar a América como la bandera estadounidense como los papeles con los que se declaró su independencia fueron confeccionados con fibra de cáñamo.
El cáñamo industrial se suele producir a partir de la especie Cannabis ruderalis, que contiene niveles mínimos de THC, la sustancia psicoactivo de la marihuana, y niveles mucho más altos de CBD, un componente no psicoactivo y con múltiples aplicaciones en medicina.
Desde la invención de la descortezadora, el cáñamo se había convertido en un sustituto muy barato tanto para la pasta de papel como para el recién creado nylon y era una industria que crecía a un ritmo imparable.
Curiosamente en 1937 se aprobó en Estados Unidos la Ley de Acto Fiscal de la Marihuana por la que se prohibía la producción de cáñamo además de la marihuana. Esta decisión de incluir al cáñamo fue algo polémica pero tiene su explicación.
Por aquel momento, Andrew Mellon era secretario del Tesoro de los Estados Unidos y también el hombre más rico del país. Había invertido grandes cantidades de dinero en la nueva fibra sintética y el nylon de la familia DuPont y tenía intereses enfrentados con la industria del cáñamo.
Desde entonces, los usos tanto recreativos como terapéuticos de todo lo derivado del cannabis han estado sumamente restringidos en la mayoría de los países del mundo, cerrando la puerta a posibles aplicaciones terapéuticas de alguno de sus compuestos, como pueda ser el CBD.
El CBD o cannabidiol no es psicoactivo y se le conocen aplicaciones médicas como la epilepsia, esclerosis múltiple, desórdenes de ansiedad, esquizofrenia, Parkison y náusea. Provoca un efecto sedativo en la mayoría de los casos e inhibe la transmisión de señales nerviosas asociadas al dolor. Algunos estudios han visto que el CBD reduce el crecimiento de las células de cáncer de mama humano in vitro y reduce su invasividad.
Hasta hace poco apenas se había investigado con este compuesto debido al estado legal de los derivados de la marihuana, pero en 2017 la Organización Mundial de la Salud publicó un documento que abrió las puertas al uso del CBD en distintos entornos. En este documento, la OMS manifiesta que el CBD no cumple los criterios para considerarlo una sustancia que cause daño a la salud y le ha reconocido un valor terapéutico sin contraindicaciones.
Ahora falta que Naciones Unidas introduzca las recomendaciones de la OMS en los convenios internacionales para que no se somenta a ningún tipo de fiscalización a los productos que contengan CBD, independientemente de su origen, y se abran las puertas a nuevas aplicaciones de este compuesto que puede abrirnos nuevas puertas a distintas terapias y tratamientos.
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