Hoy volvía a leer, por enésima vez, un artículo en el que se hablaba sobre las preocupaciones de los directivos en lo relacionado con la Transformación Digital. Creo que llevo más de 10 años escuchando la misma cantinela. Y la verdad es que uno se pregunta dos cosas: ¿Qué entendemos por transformación digital? Y según la respuesta que demos a lo anterior, ¿existe una línea de meta a partir de la cual una empresa pueda decir: ya he llegado a mi transformación digital, voy a poner el foco en otra parte?
Centrándonos en la primera pregunta, transformación digital podemos entenderla como la aplicación de capacidades o herramientas digitales a procesos, productos o activos de la empresa para generar nuevos ingresos, mejorar la eficiencia y, por tanto, la rentabilidad del producto o servicio, mejorar la experiencia y el valor para el cliente o gestionar el riesgo.
Pero claro, esto es lo que yo entiendo por transformación digital. Cuando te pones a buscar online artículos sobre transformación digital empiezas a ver que muchos se han quedado anclados en montar un eCommerce, crear una app, dar teletrabajo a sus empleados o la atención al cliente con bots en redes sociales. Vamos, lo que debió ser la transformación digital en el año 2008. Cuesta creer que sólo un 34% de directivos considere que el Internet de las Cosas o la Inteligencia Artificial va a ser disruptiva en sus sectores, cuando es muy probable que casi el 100% de las mismas se vean afectadas de una forma u otra.
Y esto me lleva a la segunda pregunta: ¿Hay una línea de meta para la transformación digital? ¿Cuándo deja de “transformarse” digitalmente una empresa? ¿Tiene sentido dejar de apoyarnos en algún momento en tecnologías que nos permitan aumentar ingresos, reducir costes o mejorar la experiencia de los clientes o empleados? En mi opinión, rotundamente NO.
Sin embargo, que una empresa deba continuar su proceso de transformación digital sin una fecha de fin no quiere decir que no podamos fasear el proceso y dedicar recursos a optimizar fases anteriores. Es decir, tengo la sensación de que bastantes empresas siguen un proceso continuo de digitalización, pero olvidando o sin optimizar los pasos previos. Y aquí es donde entra en juego el Growth.
Growth porque un 82% de los directivos encuestados por PWC contestaron que el retorno esperado a todas las inversiones digitales es un incremento de los ingresos de la compañía. Si esto es así, ¿por qué seguir transformando procesos que, al fin y al cabo, funcionan bien como están, y quizá puedan esperar, y no optimizar lo que ya tenemos? ¿Qué sentido tiene que tengamos un eCommerce al que no prestamos ningún tipo de atención o no le estamos sacando todo el provecho? ¿Por qué tener un chatbot (ojo, chequea Landbot si estás pensando integrar uno, que es una pasada) si tus clientes aún no entienden qué hace tu servicio porque el onboarding es un desastre?
Por todo esto, amigos, creo que debemos seguir con la Transformación Digital como algo intrínseco a la compañía (de qué iban a vivir si no unas cuantas grandes consultoras), pero empezar a pensar mucho más en OPTIMIZACIÓN DIGITAL. Es decir, optimizar y hacer crecer (anda, Growth por aquí) los productos y canales digitales que llevamos años creando en esa primera fase de transformación digital de la que hablábamos, para sacarles el máximo rendimiento y encontrar puntos de mejora para que ese 82% de directivos se queden contentos y maximicen sus ingresos.
Si crees que estás en esa fase, y quieres que te ayudemos a optimizar tu presencia digital, contacta con nosotros.
