Somos un planeta que apenas es un grano de arena dentro de un sistema solar que es otro grano de arena dentro de una galaxia que es un grano de arena dentro de un universo que pinta ser solo otro grano de arena dentro de algo inmensamente grande y desconocido.
Nuestra existencia depende de unas condiciones muy concretas que se dan en el planeta Tierra, en nuestro sol, en nuestra galaxia y en nuestro universo. Pequeños cambios en cualquiera de estas escalas pueden llevarnos a la extinción.
Tenemos detectadas millones de amenazas en el corto plazo para la humanidad. Desde asteroides que vienen en dirección a la Tierra, a llamaradas solares que pueden, como poco, acabar con nuestra tecnología, pasando por el cambio climático, y casi cualquier evento extremo que se te pueda ocurrir.
Los humanos hemos evolucionado y vivimos en un contexto realmente caótico, inestable y totalmente irracional.
Pero nuestra cabeza vive mucho más feliz cuando se autoengaña tratando de ver el mundo como un lugar ordenado, estable y racional.
En este contexto, estar cuerdos es casi una anomalía generalizada resultante de este autoengaño. Obviamos el caos, buscamos lo racional dentro de lo irracional y nos autoengañamos para poder vivir con una carga cognitiva mucho más liviana. Y cuando vienen mal dadas, pues ya lo gestionamos como podemos.
Yo pienso mucho en estos temas porque cada vez tengo más claro que gran parte del éxito a todos los niveles viene de saber gestionar lo imprevisible. Ser capaces de entender y aceptar el alto nivel de caos e irracionalidad que hay a nuestro alrededor y sacar lo mejor de ello, en lugar de sufrir sus peores consecuencias.
Cuando aceptamos el caos que hay a nuestro alrededor, empiezas a evitar muchos de los problemas que nos afectan a casi todos durante muchos días.
Por ejemplo: el síndrome del impostor. El sustento del síndrome del impostor es pensar que todos los que te rodean, todos los que ves que van teniendo pequeños o grandes éxitos, saben bien lo que se hacen. Sin embargo, tú sientes el caos en tu interior, que apenas sabes lo siguiente que tienes que hacer, como para tener un plan muy elaborado que te lleve al éxito o a cumplir tus objetivos.
Aceptar el caos significa entender que todas esas personas que están a tu alrededor, que sigues en Twitter o que lees en las noticias, están pasando lo mismo que tú. Lo único es que, muy seguramente, en lugar de agobiarse por no tener la situación bajo control, han aprendido a convivir con ese caos de sensaciones y tomar decisiones bajo mayores niveles de incertidumbre.
Cuando se habla que gran parte del éxito de muchos emprendedores viene por la perseverancia, de lo que realmente estamos hablando es de su capacidad para sobrellevar el más absoluto de los caos durante años. Lidiar cada día con la incertidumbre de si conseguirán o no inversión, de si la estrategia planteada tiene sentido o no, de si intentarlo un poco más o cambiar la estrategia ahora mismo, de si ese nuevo fichaje está funcionando bien o hay que cambiarlo de forma urgente…
No es que tú no tengas las respuestas a tus preguntas. Nadie, en ningún lugar, tiene las respuestas adecuadas.
La vida tiene más de póker que de ajedrez. Tienes algo de información, una cierta idea (que puede estar equivocada) de las cartas que tienen los demás, y muchas cartas, buenas o malas, que pueden salir en cualquier momento.
No puedes trazar una estrategia ganadora en cualquier momento. Solo puedes tratar de hacer lo mejor con las cartas que tienes en cada momento.
Si quieres hacer crecer tu negocio, si quieres convertir tu pasión en tu forma de vida, o si quieres mejorar tú mismo a todos los niveles, empieza por aceptar la incertidumbre en tu vida. No trates de gestionarla como algo externo, intégrala en tu forma de ver la vida, en tu toma de decisiones.
Juega con probabilidades y no con decisiones absolutas. Deja de asumir el fracaso como una herramienta de aprendizaje (que también lo es) y empieza a verlo como el inevitable camino que tienes que sufrir en un mundo donde tú apenas controlas un pequeño porcentaje de las decisiones.
Haz lo mejor con las cartas que te tocan en cada momento. Y no desesperes. Recuerda siempre que, después de cada partida, se vuelven a repartir las cartas.
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Nose como entre a este artículo pero me gustó mucho… vale la pena leerlo
¡Gracias, Axis! 🙂
Un abrazo,