Estaba dando una vuelta en bicicleta. Me sentía algo cansado y con ese pensamiento («por qué narices se me ha ocurrido a mí pegarme esta paliza») que hace sentir que no merecía la pena haber salido.
Pero al girar una calle me encontré con un muro lleno de pintadas interesantes, entre las que destacaba una frase de Eduardo Souto de Moura, que dice así:
«Para hacer cosas bonitas hay que perder el miedo a hacer cosas feas«.
Aún me quedaba algo más de una hora para volver a casa, pero la vuelta no tuvo nada que ver con la ida. Mis pensamientos se entrelazaban por cada palabra de esa frase.
Recordaba la historia de la invención de la bombilla de Edison y la tan conocida frase que dice:
«No fracasé, solo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla«.
Nunca he creído en que se aprende más de los errores que de los aprendizajes.
Aprende más quien quiere aprender de verdad de las situaciones que le pasan. Quien analiza las cosas que ocurren y busca extraer conclusiones y aprendizajes.
El que no tiene espíritu de autocrítica puede fallar mil veces, que no va a cambiar.
A nadie nos gusta fracasar, esa es una realidad. Y promover tanto el fracaso que se convierta en un objetivo en sí mismo es algo pernicioso.
Pero hay algo claro, mucha gente no triunfa con algo simplemente porque no lo intenta.
No lo intenta de primeras, y no sigue intentándolo, que esto no se consigue fácilmente.
El fracaso es una losa psicológica que tiende a enterrarnos. Por el miedo a que las cosas no funcionen, mucha gente no salta al vacío que significa emprender o montar un proyecto.
Y después de un gran fracaso, una mala gestión emocional puede hacer que nos enterremos en nuestra propia oscuridad y que no queramos volver a ver la luz del día.
Varios años después, sigo sintiendo en muchos instantes la sensación de ser incapaz que me dejó el fracasar con BrainSINS. Y aunque en algunos momentos llegó a enterrarme en la mierda, a día de hoy voy consiguiendo no hacer caso a esa voz interior que prefiere que te acomodes en una situación de poco riesgo a que estés continuamente expuesto al fracaso y al éxito.
Por lo general el éxito conlleva riesgos. En definitiva la vida es una partida de póker, y por muy buenas cartas que lleves, casi siempre hay una cierta probabilidad de que te ganen la mano.
Sin asumir los riesgos que te pueden llevar a fracasar, resulta imposible poder triunfar.
Así que no nos queda otra que aprender a convivir con el fracaso. Para mi gusto no hay que venerarlo ni enaltecerlo, simplemente hay que tolerarlo, acostumbrarte a convivir con él, como convivimos con nuestras imperfecciones.
Hay que asumir que es el resultado más probable para todo lo que hagamos. Ni más ni menos.
Aunque duela, prefiero fracasar 1.000 veces, pero al menos haberlo intentado. Exprimir la vida como a mí me gusta, tratando de crear cosas que sean relevantes, que me llenen por dentro.
Por el camino te llevas mil cosas positivas. Aceptarte como eres al igual que aceptas que el mundo es ingobernable. Relativizar los problemas y poner tu foco más en las oportunidades que en los problemas. Aprender a disfrutar, aunque a veces cueste verlo, con las pequeñas cosas del día a día.
Para triunfar hay que perder el miedo a fracasar. Y si al final no triunfamos, tampoco pasa nada, pero al menos lo habremos intentado.
P.D. Triunfar es un concepto tan amplio y diverso como uno quiera, y es precioso que así sea. Donde leas triunfar en este texto, coloca lo que a ti te hace sentir que hayas triunfado.
Comparte en tus RRSS
Cansado de fracasar Miles de veces, para no obtener nada ni cuando mi proyecto era fácil y alcanzable. El éxito es solo para muy poca gente que realmente lo consigue