Siempre me ha resultado curioso el Hype Cycle de Gartner, ya que modela muy bien los ciclos de adopción de la innovación (quizás le falta reseñar que algunas innovaciones atraviesan 2, 3 o más veces el ciclo hasta que explotan), y siempre le he dado vueltas a por qué es esto así. Y hoy, lo he visto claro.
Antes de nada, si no conoces el Hype Cycle de Gartner, la imagen anterior lo trata de explicar. Toda innovación pasa por varias fases. Si la pintamos con estos dos ejes, tiempo e innovación, veremos como después de algún tipo de trigger externo (noticia, gran inversión, suceso particular…), una innovación empieza a recibir mucha atención y a generar muchísimas expectativas.
Al cabo de un tiempo, alcanza su máximo de expectativas, todo el mundo habla del tema sin tener ni idea de lo que hay detrás, y cualquier nuevo producto que sale al mercado utiliza las siglas de esa tecnología para hacerse más notorio. A día de hoy eso está pasando, por ejemplo, con la Inteligencia Artificial.
Pero después de este máximo, la tecnología sufre un batacazo. Básicamente esto se debe a que la mayoría de los productos que prometían la Luna gracias a esta tecnología, no consiguen nada relevante. Poco a poco se desinfla la burbuja, hasta un punto en el que la tecnología ha perdido totalmente su «sex appeal» y cae en el olvido. Y a partir de ahí, poco a poco, se va adoptando con más cabeza, y de mejores formas, hasta que esa tecnología despliega todo su potencial.
Aunque el modelo tiene lógica en si mismo por un tema de adopción tecnológica, dándole vueltas, me di cuenta que es un modelo que encaja muy bien con un doble funnel, como se puede ver aquí:
¿Y qué significa que encaje con un doble funnel? Pues que a la innovación tenemos que meterle mucho dinero, y dejar que pasen cosas. El 99% de esas cosas fallarán porque no han conseguido sacarle partido a esa innovación, y eso nos llevará al valle de la desilusión. Con que una sola de esas cosas funcione, permitirá crear una tecnología disruptiva que «devuelva» ese dinero invertido, pero con creces y a las manos de los «ganadores».
Esta es la base de la inversión en capital riesgo, pero también es la base de economías tan potentes como la de Estados Unidos o la China. Regar la innovación a riesgo de perder mucho dinero, porque donde florezca saldrán muchos más sacos de dinero de los que se han usado como abono.
Y esta también es la base del por qué algunos países como España nos ahogamos cada vez un poquito más. Una visión cortoplacista nos lleva a no invertir en apuestas disruptivas y a depender, cada vez más, de tecnologías ajenas. También es un mal endémico de Europa, que con su visión conservadora resulta cada vez más dependiente de tecnologías que únicamente ayudan a las economías de otros países.
Como dice el dicho: «dinero llama a dinero». Por desgracia, por aquí, el dinero solo es gasto y nos falta entender que mejor debería ser una inversión.