La tecnología siempre falla

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Como sociedad nos enfrentamos a grandes desafíos a corto, medio y largo plazo. Y, extrañamente, la mayoría de estos desafíos no se generan por nuestro complejo entorno en la Tierra.

Uno podría pensar que como sociedad que vive en un pequeño planeta perdido en la inmensidad del Universo, nuestros principales problemas estarían originados por la propia naturaleza o por situaciones debidas al movimiento y ciclo de vida de los objetos espaciales, ya bien sea nuestro Sol, otros planetas, meteoritos, asteroides…

Pero la realidad es que nuestros desafíos como sociedad en el corto plazo (próximos 50 años), son más bien el resultado de la utilización de las tecnologías que hemos descubierto y explotado para prosperar como sociedad.

El cambio climático al que nos enfrentamos viene generado por décadas echando contaminación a la atmósfera como efecto secundario de la producción de energía con múltiples fines.

La polarización y radicalización de ideas se acrecenta debido a la «cámara de resonancia» que suponen las redes sociales y el efecto amplificador que tiene Internet y las tecnologías de acceso a la información a nuestros sesgos inconscientes. Con la gran cantidad de información que disponemos a golpe de clic, resulta excesivamente fácil encontrar información que apoye cualquier idea que tengamos, por loca que sea.

Los problemas de obesidad también afectan gravemente a nuestra salud, y se derivan de un paso a una vida sedentaria complementada con un cada vez más fácil acceso a alimentos excesivamente ricos en azúcares, grasas y otros componentes que, en su día necesitábamos consumir en mayores cantidades debido a que no parábamos de movernos en todo el día recolectando alimentos y cazando animales para comer.

Lo que hace años parecía una buena idea: concentrar a más población en torno a grandes ciudades para abaratar los costes de distintos tipos de producción y generar «marketplaces» más amplios que pudieran acaparar más oferta, se ha convertido un un auténtico drama. Millones de personas tienen que dedicar varias horas al día a viajar desde tu casa al trabajo, teniendo que pagar por una casa una cantidad obscena de dinero, a la que es imposible llegar con la mayoría de los sueldos.

Nuestra economía sufre embistes prácticamente cada década porque e su día inventamos el concepto de deuda y lo evolucionamos para que no se correlacionara con las reservas de oro de cada país o persona, si no que se basara en un modelo más especulativo. Esto ha hecho que países como Japón tengan una deuda de 2,4 veces su PIB y que no deja de crecer. O que en España entremos a capear una de las crisis económicas más importantes de las últimas décadas con una deuda equivalente a nuestro PIB, lo que nos puede arrastrar a un punto de no retorno.

Y con todo esto no pretendo ser agorero, ni mucho menos, sino recordar algo evidente: cada tecnología que hemos creado en esta historia, ha traído muchas cosas buenas, pero también muchas cosas malas.

En el caso más extremo tenemos la bomba atómica, pero también hemos visto en este artículo muchos ejemplos que, sin ser tan catastrofistas, tienen un impacto extremadamente fuerte en nuestra sociedad y en nuestras vidas.

Y, aunque esto siempre ha sido así, el impacto de las tecnologías en nuestro día a día es exponencial. Nada tiene que ver el impacto del fuego en el ecosistema en el que vivimos, que el impacto de una bomba atómica.

A día de hoy estamos ya explorando tecnologías que van a facilitar el viajar al espacio como algo relativamente normal de aquí a unos años. Este tema me fascina y sigo la carrera de Space X con gran admiración. Pero me preocupa la basura espacial y la contaminación lumínica que pueda impedir o dificultar que nuestros científicos sigan analizando el Universo. Y pensando en unos años más allá, me preocupa si vamos a dejar exprimir los recursos de planetas y asteroides cercanos a nosotros sin ningún tipo de control. Esto ya lo hemos hecho en la Tierra y pinta que seguiremos haciéndolo allá donde vayamos.

También estamos desarrollando robots e inteligencias artificiales capaces de realizar gran parte de los trabajos productivos en los que solemos dedicar el tiempo los humanos. Pero apenas nos hemos planteado cómo va a afectar esta automatización y robotización a los humanos como Sociedad.

Estamos empezando a editar el ADN humano gracias al descubrimiento de CRISPR, pero sin siquiera tener una forma de predecir el impacto de cada uno de los cambios que realizamos. Ya tenemos los casos de Lulu y Nana, la dos primeras humanas nacidas tras modificar los embriones genéticamente, y no tenemos ni idea de qué contiene esta caja de Pandora.

Todas estas tecnologías pueden mejorar enormemente nuestra vida, pero también pueden ser el germen de una catarsis de nuestra sociedad.

Y, aunque yo estoy seguro que estas tecnologías vienen a ayudarnos, necesitamos que nuestros gobiernos empiecen a diseñar futuros. Entiendan que la tecnología es la clave de nuestra supervivencia y de nuestro futuro, pero que para reducir los efectos secundarios, debemos mirar siempre 10, 15 o 20 años vista, y no solo fijar nuestra vista en los próximos 4 años que se han convertido en la unidad básica del tiempo en política.

Y si nuestros gobiernos no quieren, quizás es el momento que, como sociedad, demos un paso adelante. Porque ya sabemos que, en última instancia, la tecnología siempre falla. Tiene efectos secundarios que los humanos somos capaces de prever, pero hasta el momento nunca nos ha interesado adelantarnos. ¿Cuándo será demasiado tarde?

Escrito por

José Carlos Cortizo

José Carlos Cortizo

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