Los seres humanos tenemos una subrutina preprogramada en nuestro cerebro que nos facilita el ser muy capaces de mirar hacia otro lado cuando tocamos puntos complicados, no nos hacemos preguntas difíciles
Evitamos la complejidad, en definitiva el Sistema 1 de nuestro cerebro nos tiene acostumbrados a movernos en piloto automático.
Y evitando la complejidad, solemos evitar plantearnos, y mucho más responder, las preguntas realmente complicadas con respecto a nuestro negocio.
Vemos que pasan situaciones delante de nosotros, tratamos de tomar decisiones y reaccionar, pero la mayoría de las veces son más acciones estéticas que acciones que vayan dirigidas al core del problema. Porque… sin conocer la raíz del problema, ¿cómo vamos a resolver nada?
Vemos que una persona del equipo no está rindiendo al nivel adecuado, y tendemos a pensar que no es la persona adecuada. Es mucho más fácil pensar eso y cambiar ese recurso que plantearnos que no tenemos un proceso bien definido de onboarding, los objetivos no están claros, o bien que no estamos dando la dirección adecuada al equipo.
Vemos que no estamos vendiendo tanto como necesitaríamos y las culpas se las lleva el comercial. Nada de plantearnos que nuestro producto no soluciona un problema real de nuestros clientes, o que la forma de venderlo está basada en funcionalidades y no en el valor realmente aportado.
Otras veces nos parece que el equipo de desarrollo va muy lento y no analizamos que lo que les pasa es que se pasan media vida arreglando y manteniendo funcionalidades que no se usan y que se plantearon con prisa en el pasado por eso de que tenemos que contentar a un cliente.
A cada cosa que nos ocurra, debemos encontrarle la razón oculta. Y para ello necesitamos hacernos las preguntas adecuadas, que suelen ser las preguntas difíciles.
Los 3 porqués de Simon Sinek son un buen enfoque, o podemos seguir cualquier otro método, pero entendamos la realidad detrás de cada situación.
Para ello ayuda tener un equipo que sea capaz de hacer ‘challenge’ a sus propias ideas, a las ideas de sus compañeros, o incluso a las ideas del CEO. Resulta casi imposible llegar a la raíz profunda de un problema sin distintas perspectivas y quedándonos en la superficie.
Y para que un equipo llegue a ser capaz de planteárselo todo, has de crear el clima adecuado. Debes no solo permitir, sino fomentar que todo se pueda cuestionar, que todo se pueda debatir, debes estar abierto a no tener razón. Entre otras cosas porque, muy seguramente, no la tengas.
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